El
25 de noviembre de 1960 en la República Dominicana, las hermanas Patria,
Minerva y María Teresa Mirabal, opositoras al dictador Rafael Leónidas
Trujillo, fueron asesinadas por dicho gobierno en el marco
de una guerra de ocupación
norteamericana y de la organización del pueblo Dominicano contra la
intervención estadounidense y la
dictadura. Dos décadas después, en 1981, se celebró en Bogotá el Primer
Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe en el cual surgió la propuesta
de tomar el 25 de noviembre como un día de reflexión y denuncia contra las
diferentes formas de violencia que sufren las mujeres.
Desde entonces se hizo el compromiso de impulsar en los respectivos países la
conmemoración de esa fecha y avanzar en la eliminación de todos los tipos de
violencia que sufren las mujeres a causa de los modelos económicos, culturales
y políticos que atentan contra ellas y sus
comunidades.
Hoy en Colombia conmemoramos el 25
de noviembre para afirmar que las mujeres continuamos organizándonos para
denunciar todas las formas de violencia que enfrentamos a diario. Denunciamos
la violencia física que sigue dejando cicatrices en nuestros cuerpos y que nos
ha dejado unas cifras escalofriantes sobre feminicidios en nuestro país. Según el Instituto de Nacional de Medicina Legal y Ciencias
Forenses, solo hasta 2014 se reconoce
el feminicidio como un delito,
a través de la promulgación de la Ley Rosa Elvira
Cely. A partir de la ley, las cifras de Medicina Legal nos muestran un
alarmante panorama, las mujeres están siendo asesinadas por su condición de
género, y solo el año pasado
se registraron 1.007 casos de feminicidios, principalmente en Valle del Cauca 119
casos, Bogotá con 118 casos, Antioquia con 114, Cundinamarca con 54 y el Meta
con 49 casos. Para 2015, hasta el mes de mayo, Medicina Legal referencia para
2015, 344 casos de mujeres muertas por causas violentas.1 Por otro lado, las violencias sexuales en el marco del conflicto armado, muestran
también cifras preocupantes. En 2015, se registran 5243 casos de violencia
sexual contra las mujeres en todo el territorio nacional, en contextos de conflicto
armado, referenciados por el Instituto Nacional de Salud. En relación con las violencias que viven las mujeres a causa del desempleo, se registra que hasta el
año pasado, Colombia tiene una tasa de desocupación femenina del 12,1% (DANE).
Nuestro movimiento social y
político Marcha Patriótica, ha sido también golpeado por la violencia política
que viven nuestras compañeras. Durante los tres años de actividad política, han sido asesinadas a manos de actores
armados no identificados y militares colombianos, 7 mujeres integrantes de la
Marcha Patriótica en Cauca, Huila, Quindío, Chocó, Putumayo y Nariño. Mientras
que perseguidas a través de procesos judiciales tenemos 9 compañeras entre
prisioneras políticas y judicializadas (Comisión Nacional DDHH MAPA).
Rechazamos otras manifestaciones de
violencia igual de nocivas como la violencia simbólica que a través
de imágenes, signos
y estereotipos que transmiten y reproducen
la dominación, la desigualdad y la discriminación en contra de las mujeres a
través de los medios de comunicación; denunciamos la violencia política que nos
ataca por ser parte de organizaciones sociales, comunitarias o políticas a
través de las cuales reivindicamos derechos o proponemos un modelo de sociedad
diferente, rechazamos el uso de la violencia
sexual como arma de guerra para eliminarnos y destruir nuestras comunidades.
En el marco de los diálogos de paz
que transcurren en La Habana, Cuba, donde el gobierno y la insurgencia de las FARC-EP
discuten la salida
negociada al conflicto
social y armado que ha cobrado la vida de miles de colombianas y
colombianos a lo largo de 60 años, nosotras las mujeres del movimiento político
y social Marcha Patriótica decidimos hacer un llamado a la sociedad colombiana
en su conjunto para que cesen todos los tipos de violencias que acechan
nuestras vidas en los territorios.
Que
cesen las violencias contra las mujeres para un nuevo orden político,
económico, social y cultural.
La violencia practicada en contra
de las mujeres asume diferentes formas y se manifiesta en todas las esferas de
la estructura social, en el orden de lo económico, lo político, lo
socio-cultural y simbólico, tanto en los entornos públicos como en los entornos
privados. Es por esa realidad que afirmamos que las violencias contra las mujeres
son de carácter estructural, por sustentarse en un complejo ideológico
capitalista y patriarcal que sostiene un conjunto de ideas y valores que
orientan la organización de las
sociedades generando desigualdades
entre los hombres
y las
mujeres en razón de la clase, el
sexo y la raza; una ideología que clasifica y atribuye a las mujeres espacios y
roles al margen de la economía y la política, subvalorando el hecho de que
somos más de la mitad de la humanidad.
Reconocer el carácter estructural
de las violencias contras las mujeres nos exige una participación protagónica
en la construcción de un nuevo orden económico en el cual se nos garantice a
las mujeres el derecho a participar de la vida económica de la sociedad, sobre
las bases de la justicia y la equidad. Un nuevo orden que redistribuya los
recursos, que garantice a las comunidades rurales el acceso a la tierra, que
elimine la feminización de la pobreza,
que redistribuya el trabajo reproductivo, doméstico y del cuidado, que elimine la desigualdad
salarial, que salde la deuda histórica con las mujeres y reconozca el
importante aporte que le han hecho a la economía del país.
Así mismo, el cese de todo tipo de
violencias contra las mujeres exige un nuevo orden político y socio-cultural, nuevas
formas de hacer política que partan del reconocimiento
de las mujeres como sujetos políticos indispensable en todos los procesos de
construcción de país, que garantice la participación política de las mujeres,
donde ninguna construcción social pueda justificar su exclusión de ningún
escenario de la política. Un nuevo orden político y socio-cultural en el que el
Estado asuma la responsabilidad en la eliminación de todas las formas de violencia en los escenarios del hogar, de las comunidades, de las escuelas, de los medios de
comunicación, de los lugares de trabajo, de las calles, de las instituciones
manejadas por el Estado, en las instituciones asistencialistas, las
instituciones militares y todas las violencias que se han derivado del
conflicto social y armado que hemos vivido desde hace más de seis décadas.
Por una vida libre de violencias
las mujeres refrendamos la Paz. Frente a los acuerdos que avanzan en La Habana
Cuba, creemos importante tener en cuenta las discusiones sostenidas por la
sub-comisión de género, donde se ha dicho que es necesario incorporar una
mirada de género a todos los debates, y al diseño y la aplicación de los acuerdos
de paz surgidos de este escenario, puesto que las mujeres colombianas además de vivir la discriminación y la explotación laboral, somos víctimas
de múltiples violencias2. El diálogo de las mujeres en dicha
sub-comisión caracteriza el momento político actual de
alto riesgo sino se
toman las medidas necesarias para frenar la arremetida capitalista y patriarcal contra las
mujeres, contra la humanidad. “La humanidad está en grave
peligro, no sólo por la brutal devastación, sino por las guerras
imperiales que nos quieren llevar a una conflagración mundial. Detrás de estas
dos pestes está el capitalismo sin sentimientos, unido al patriarcado
autoritario en contra de las mujeres, de la naturaleza y de la humanidad (considerada
como un recurso agregado al capital). Todo nuestro accionar como mujeres,
nuestro pensamiento, nuestro afecto, nuestro
activismo, tienen que insertarse desde la defensa
de las mujeres en la defensa
de la humanidad. La preservación de la humanidad
es la guerra mayor que tenemos que
ganar…”3.
El ambiente de paz que debemos
generar para abrazar, defender y refrendar los acuerdos logrados en La Habana,
debe incluir el protagónico papel que juegan las mujeres tanto en la mesa de
negociación, como en el sostenimiento y la reconstrucción
del tejido social donde la guerra lo ha desgarrado por completo. Hoy frente a
todas las formas de violencias que vivimos las niñas, las jóvenes, las
campesinas, las mujeres afro, las indígenas, las habitantes de la ciudad de
todos los rincones de este país nos movilizamos en su rechazo y continuaremos
en nuestras rutas organizativas para apostarle
a una transformación desde nuestros
territorios, a un vida libre de violencias, por la paz con justicia social.
En este 25 de noviembre de 2015, recordamos que ninguna
violencia debe permitirse sobre nosotras, en tanto somos participes de la
construcción del país que todas y todos soñamos en paz a través de la constante
movilización en nuestros territorios y de la generación de espacios de
participación social y política de las mujeres a través del impulso a los
procesos como las constituyentes por la paz de cara a la Asamblea Nacional Constituyente.
Por una vida libre
de violencias, las mujeres refrendamos la PAZ. No aceptamos un destino diferente al de la Paz con Justicia Social.
Sector de Mujeres de la Marcha
Patriótica.
2 Se instala la Subcomisión de Género en los diálogos de paz. En: http://www.elespectador.com/noticias/paz/se-instala-subcomision- de-genero-los-dialogos-de-paz-articulo-515215
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