EDUARDO UMAÑA MENDÓZA, ABOGADO DE CAUSAS JUSTAS, HUMANISTA COMPROMETIDO
CON LA VIDA HASTA SU ÚLTIMO RESPIRO
Los
derechos de los pueblos, los derechos humanos
son
una lucha de soledades que se encuentran
Eduardo Umaña Mendoza
Era el medio día de un sábado en
Bogotá, 18 de abril de 1998. Tres disparos que no sonaron y en el piso quedó
tendido el cuerpo de Eduardo Umaña Mendoza. En el periódico se leía que era la
tercera persona vinculada a la defensa de los derechos humanos asesinada por
aquellos meses en Colombia, después de Jesús María Valle (presidente del Comité
Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos en Antioquia) y María Arango
Fonnegra (dirigente del Partido Comunista y defensora de derechos humanos).
Hoy, 18 años después, el panorama parece no haber cambiado.
El gobierno del entonces
presidente Ernesto Samper ofreció una recompensa de 500 millones. Debía mostrar
preocupación ante el público nacional e internacional, que clamaba parar el
baño de sangre que se había desatado una década atrás, con el genocidio de la
Unión Patriótica. Como tantos, aún su asesinato permanece en la total
impunidad.
¿Por qué lo asesinaron? ¿Sería
por la defensa que hacía de sindicalistas? ¿Sería la defensa de 150 integrantes
del M-19 entre 1979 y 1981? ¿Sería el estudio jurídico del caso de Jorge
Eliecer Gaitán que llevaba a cabo? ¿Sería el acompañamiento que brindaba a
familiares de desaparecidos en la toma del Palacio de Justicia ocurrida en
1985? ¿Sería la intensa tarea de visibilización y denuncia que hizo en Europa
sobre la violación sistemática a los derechos humanos en Colombia? ¿Sería la
defensa de las víctimas del genocidio de la Unión Patriótica? ¿Sería por haber
llevado el caso de la desaparición forzada, tortura y asesinato de Nydia Erika
Bautista (socióloga militante del M-19) y Luis Fernando Lalinde (militante del
Partido Comunista)? Tantas razones habían para que resultara un hombre incómodo
para el Estado…
Su hermano, Germán Umaña,
respondió ante la insistencia de los periodistas sobre las razones del
asesinato:
¿Por
qué van a asesinar a un luchador de derechos humanos, como lo era mi hermano?
Por lo mismo que asesinaron a María Arango, por lo que asesinaron tantas veces
a tanta gente que quiere la paz en este país, que quiere el respeto a los derechos
humanos. ¿Por qué lo asesinaron? Pues simplemente por eso, porque aquí se acabó
el respeto, aquí sólo reina la violencia,
el paramilitarismo, el asesinato... Lo
asesinaron por ser un hombre bueno.
El paisaje se conserva: el
paramilitarismo se mantiene y tiende a fortalecerse, muy a pesar de las
palabras necias del ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, que insisten en
sostener que en el país no existe paramilitarismo sino “crimen organizado”.
¿Tan organizado para decretar un paro armado en diferentes regiones del país?
¿Tan organizado para mantenerse por décadas con un accionar sistemático? El
eufemismo siempre es útil cuando se pretende crear una verdad repitiéndola mil
veces.
Muy a pesar del Proceso de Paz
entre el gobierno colombiano y las insurgencias, las garantías para el
ejercicio político del movimiento social y popular siguen ausentes. Defender
los derechos humanos sigue siendo peligroso, defender la libertad sigue siendo
una amenaza para quienes están en el poder. Según el Sistema de Información
sobre Agresiones a Defensores y Defensoras de Derechos Humanos, entre enero y
marzo del presente año, 113 defensores y defensoras de derechos humanos fueron
víctimas de algún tipo de agresión que puso en riesgo su vida e integridad y
obstaculizó su labor de defensa de los derechos humanos[1].
Hoy siguen cayendo,
desapareciendo, perdiendo la libertad, corriendo para salvarse, los cuerpos de
cientos de Eduardos Umaña Mendoza, cientos de hombres buenos y mujeres buenas
que han soñado con una Colombia en paz con justicia social. El gobierno no ha
ofrecido recompensas, en la mayoría de ocasiones ni siquiera ha atendido las
denuncias que se han emitido por sus casos. Y claro, sus nombres son anónimos, pero
su trabajo contundente.
Solo de nuestro Movimiento
Político y Social Marcha Patriótica, han sido asesinados 119 compañeros y
compañeras, sin contar a quienes han sido perseguidos/as, señalados/as, y más
de 300 personas que han sido encerradas y acusadas, sin fundamento, de ser
delincuentes.
El paramilitarismo sigue vigente
y es la mayor amenaza para avanzar en los retos que lleva consigo el Proceso de
Paz. Pero este grave peligro para el futuro de nuestro país, se incrementa con
la negligencia de las instituciones del Estado para hacer justicia, con la
impunidad cómplice que le ha impedido al pueblo colombiano conocer la verdad
sobre los orígenes, causas y determinadores de la guerra que ha golpeado a los
sectores excluidos, como a ningún otro.
Insistimos en que Colombia debe
transitar hacia la reconciliación, hacia un escenario realmente democrático,
donde luchar por las causas de los humildes, por los derechos humanos, por la
vida, no nos cueste la propia vida. Para ello, el Estado colombiano tiene que
comprometerse a combatir a su “Frankestein”, a esa estructura (para)militar e
ideológica orquestada desde Estados Unidos a mediados del siglo pasado, que sigue vigente y latiendo en las entrañas
de las instituciones oficiales.
¡VERDAD, JUSTICIA, REPARACIÓN Y NO REPETICIÓN!
Comisión de Vocerías
Marcha Patriótica Valle del
Cauca
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