¡QUE SE SUSPENDA LA GUERRA,
NO EL PROCESO DE PAZ!
Al cumplirse dos años del proceso de paz que se desarrolla en
La Habana, se ratifica la necesidad de volcarnos a las calles para defender los
logros obtenidos hasta el momento y exigir que este proceso continúe hasta
alcanzar el Acuerdo Final que establezca las condiciones para la
democratización real del país, pero sobre todo, para frenar esta guerra que se
le ha impuesto a nuestro pueblo.
Aunque ya se han abordado 3 de los 6 puntos de la Agenda
General para la Terminación del Conflicto (Desarrollo agrario integral,
Participación política y Cultivos de uso ilícito) de los que han surgido
preacuerdos de gran importancia para el país, es necesario aclarar que aún
quedan aspectos sin resolver –denominados “salvedades”– que ya suman 28 y
corresponden precisamente a las cuestiones y discusiones más delicadas, con las
que el Gobierno no ha querido asumir compromisos firmes para solucionar los
problemas de raíz, por ejemplo, la lucha contra el latifundio, frenar la
extranjerización de la tierra, reestructuración democrática del Estado o la
revisión de los TLC.
La Marcha Patriótica comprende que el conflicto colombiano no
se limita a la confrontación armada entre las insurgencias y el Estado, sino
que tiene profundas raíces en el modelo económico, político, social y cultural
que se ha impuesto, por lo que siempre ha reivindicado la necesidad urgente de
la solución política y negociada como mecanismo para construir caminos hacia
una verdadera paz con justicia social. Contrario a esto, los diferentes
gobiernos por más de 50 años, han utilizado e insistido enfermizamente en la
guerra y la acción militar, sin encontrar ninguna solución a la problemática
del país, descargando en el pueblo los costos más altos de su accionar bélico.
La negativa permanente del gobierno de Juan Manuel Santos de
acordar un cese bilateral al fuego ha motivado que desde los sectores
guerreristas y los medios masivos de comunicación se acepten y se celebren las
desmedidas operaciones militares para asestar golpes contra los altos mandos de
la insurgencia, como el bombardeo a Alfonso Cano (quien fue uno de los
principales promotores para iniciar este proceso de diálogos). No ocurre lo
mismo cuando las acciones militares se desarrollan en sentido contrario, pues
inmediatamente se acusa a la contraparte de cometer actos terroristas que
atentan contra el proceso y “no muestran verdadera voluntad de paz”. En este
sentido, la estrategia del Estado y su gobierno de “negociar en medio del
conflicto armado” ha sido una bomba reservada, no solo para desestabilizar el
proceso, sino para intensificar la guerra y causar el destierro de las
comunidades.
Nuestra lucha siempre ha sido y será ¡POR LA VIDA! y por eso
nos oponemos a la guerra a la que nos quieren condenar indefinidamente algunos
sectores como el uribismo, que están viendo en riesgo sus desproporcionadas
riquezas, conseguidas a costa del sufrimiento y la miseria de miles de
compatriotas. Por lo anterior, le pedimos al Gobierno Nacional y a las FARC–EP,
que no se levanten de la mesa hasta no lograr el tan anhelado Acuerdo Final
para la Terminación del Conflicto, que no cedan frente a las provocaciones de
esos sectores guerreristas que quieren seguir viendo correr ríos de sangre por
nuestros campos y ciudades, y que se acuerde de una vez por todas el CESE
BILATERAL AL FUEGO como garantía para el desarrollo de los diálogos en
condiciones de tranquilidad y esperanza.
Por todo lo anterior,
las Constituyentes por la Paz con Justicia Social y el Frente Amplio por la Paz
son herramientas en manos del pueblo y una necesidad inaplazable para Colombia.
¡El pueblo colombiano
exige que se suspenda la guerra y no el proceso de paz!
Junta Patriótica Departamental
Valle del Cauca
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