NOTAS CRÍTICAS SOBRE LA PRIMER ASAMBLEA DEL CMDR DE TULUÁ
DEL AÑO 2016
Coordinación
Campesina del Valle del Cauca – CCVC
Tuluá, Marzo 1 de 2016
Tomada de www.tulua.gov.co |
El
pasado 29 de febrero tuvo lugar la primera asamblea del Consejo Municipal de
Desarrollo Rural de Tuluá-CMDR, que tenía como ingrediente particular el hecho
de ser la primera asamblea con la nueva administración. Este hecho representaba
algo importante, al menos para las comunidades campesinas, tanto por los
cambios internos que normativamente debían surtirse al interior del Consejo
como por ser el primer espacio oficial donde el pleno de los representantes de
las comunidades campesinas y rurales se encontraría con el nuevo Alcalde Gustavo
Vélez (o alcalde del cambio según la propaganda institucional) para hablar de
las perspectivas del Desarrollo Rural en los próximos cuatro años.
Sorprendentemente
se encontró que la importancia prestada por el Burgomaestre a la “instancia
superior de concertación entre las autoridades locales, las comunidades
rurales y las entidades públicas en materia de desarrollo rural”[1]
dista mucho de la dada por los campesinos, puesto que incluso la mera definición del orden del día fue
motivo de una amplia discusión que dejó ver claramente las diferencias
profundas que hay entre los intereses de las comunidades rurales y los de la
administración. Por más discusión y argumentos que se presentaron, el orden del
día ya estaba diseñado y el sometimiento a consideración de la asamblea fue un
mero cliché democrático como para
guardar las apariencias, puesto que ninguna de las propuestas de fondo hechas
por los delegados para modificarlo se aprobó, con el argumento de que
supuestamente ya se había concertado con el comité técnico. En este sentido la
administración del “cambio” no ha cambiado nada.
Se
le podría abonar al Alcalde la molestia que se tomó en su discurso de
instalación de referirse a algunos de los puntos de una de las propuestas
presentadas para la jornada del día; la propuesta de la Coordinación Campesina
del Valle del Cauca. Sin embargo, los desaciertos que inundaron dicho discurso
empañaron el mérito al punto de convertirlo en una muy mala decisión; mejor se
hubiese evitado la molestia. Para conocimiento de la opinión pública y los
medios de comunicación, que extrañamente y salvo algunas excepciones brillaron
por su ausencia, entregamos estas notas críticas a propósito de dicho discurso.
PRIMER DESACIERTO: “al CMDR va el que se le da la gana”
(los lectores excusan la insolencia pero son las propias palabras del señor
Alcalde de Tuluá). Esta afirmación fue lanzada por el ilustre alcalde al
referirse a la propuesta de la Coordinación Campesina de que la administración
no sólo debe financiar los gastos de las asambleas del CMDR sino también los de
las reuniones de los comités de trabajo, sobre la cual planteó no estar de
acuerdo y aseguró que no existe ninguna disposición legal que lo obligue a
asumir dichos costos. Quienes tienen un mínimo conocimiento acerca de los
asuntos rurales saben que al CMDR no va “al que se le dé la gana” sino que van
los delegados por las comunidades elegidos en las asambleas de las JAC de los
corregimientos, así como los delegados por las asociaciones campesinas y los
gremios del sector, todos los cuales deben sustentar su delegación con
documentos formales que reciben las secretarias de agricultura o quienes hagan
sus veces, o como lo reglamente el respectivo concejo municipal (art. 64 de la
Ley 101/93); así mismo, en Tuluá se sabe que el Concejo Municipal acordó
mediante acuerdo 013 de2010 en su artículo tercero que el municipio incluirá
una partida del presupuesto de la SEDAMA para cubrir los gastos de los
delegados al CMDR. Además, en un Estado que se ufana de ser democrático,
brindar las garantías mínimas para la participación de los ciudadanos ni
siquiera debería ser motivo de discusión.
SEGUNDO DESACIERTO: sobre la propuesta de invitar a los
delegados de la CUT, FENSUAGRO, las mujeres y las víctimas a la asamblea del
CMDR como lo ordena el decreto 1987 de 2013 del Ministerio de
Agricultura en los numerales 5, 6 y 7 de su artículo 6°, de nuevo el Alcalde hizo gala de su
desconocimiento sobre la normatividad que rige este espacio, pero además dejó
claro que desconoce totalmente la dinámica y la conformación del movimiento
social del municipio que gobierna, pues señaló que no hay normas que dispongan
eso y que “para qué invitar a esa gente si ni siquiera entre nosotros nos hemos
podido poner de acuerdo”, como si dichos procesos y/o sectores fueran ajenos al
municipio y a la dinámica rural.
TERCER DESACIERTO: según el Alcalde no es función de la
alcaldía ni del CMDR presentar solicitudes al gobierno nacional para constituir
Zonas de Reserva Campesina, pero para ser más claros señaló con marcado acento
que no está comprometido con la constitución de la Zonas de Reserva Campesina
que no fue propuesta de su plan de gobierno. De acuerdo con el Acuerdo No. 024
de 1996 del extinto Instituto Colombiano de Reforma Agraria, INCORA, en su
artículo 4° numeral 3, la iniciación de la actuación administrativa del INCODER
para la constitución de las Zonas de Reserva Campesina, ZRC, se hará a
solicitud de los gobernadores o alcaldes de la respectiva región. Además, en el
mismo acuerdo 13 de 2010 del Concejo Municipal ya citado, se señala que el CMDR
propondrá al INCODER las áreas susceptibles de ser declaradas ZRC; y por ley el
Alcalde es quien preside el CMDR.
CUARTO DESACIERTO: luego de las desatinadas referencias
sobre algunos puntos de las propuestas de la Coordinación Campesina del Valle
del Cauca, que dejaron claro que no sabía de qué estaba hablando, el Alcalde
presentó un discurso que por su generalidad parecía más un discurso de
candidato en campaña y que, por su falta de precisión respecto al asunto
concreto que convoca al consejo que es el desarrollo rural, ratificó que la
nueva administración no trae ningún cambio para el sector. No hubo ninguna
referencia a la colosal informalidad de la tenencia de la tierra en la zona
rural de Tuluá que limita enormemente las posibilidades de los pequeños y
medianos productores para mejorar su situación, ni a la falta de programas que
incentiven ciertamente la producción local de alimentos, ni qué decir de la
extremada concentración y subutilización de la tierra o por lo menos del tema
de la soberanía alimentaria del municipio; nada de nada, ni tan siquiera un
reconocimiento de los graves efectos que el calentamiento global está causando
sobre los cultivos y la necesidad de programas para mitigar dicho impacto y
apoyar a los productores afectados. La propuesta más concreta que se le pudo
escuchar en ese auditorio de campesinas y campesinos trabajadores de la tierra
y productores de alimentos, fue que va a trabajar por incentivar el ecoturismo,
y que hará lo máximo posible para que los niños y niñas del campo tenga
cuadernos.
Ciertamente
desde la campaña electoral del hoy alcalde estuvo claro que el tema agrario y
las comunidades rurales no tendrían mayor importancia para su gobierno, lo que
se reflejó en la inasistencia al foro del CMDR con los candidatos a la alcaldía
y se ratifica con los míseros 1.057 millones de pesos (alrededor de 330 mil
dólares) de presupuesto anual para el sector, pero esto no explica ni mucho
menos justifica la actitud hacia el CMDR y sus delegados. Seguramente las
comunidades rurales sabrán hacer percatar al alcalde de la importancia del
sector de un modo u otro.
[1] Consejo Municipal de Desarrollo Rural.
Artículo 61 de la Ley 101 de1993. Ley general de desarrollo agropecuario y
pesquero. Congreso de la República.
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